Muchos soldados y civiles murieron en las batallas, o a manos de los bandidos que aprovechaban el desorden, o por el hambre y las epidemias que provocó la lucha. Muchos hombres y mujeres salieron del país, sobre todo a los Estados Unidos de América, para buscar trabajo, o perseguidos por sus enemigos políticos.
Otros se fueron a vivir a las ciudades, en especial a la capital, porque eran más seguras. En 1910 México tenía algo más de quince millones de habitantes; en 1921, contaba con poco más de catorce millones. Entre muertos, desaparecidos y exiliados, durante la revolución la población del país disminuyó en aproximadamente un millón de personas.
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